Inspirada en las esculturas surrealistas «Voyageurs» de Bruno Catalano
Bruno, el viajero incompleto. Con el corazón en la maleta, y sin un destino en la cabeza, se enrumba hacia lo desconocido.
Ya casi nada le queda, la vida, el mundo, le ha arrebatado lo poco que podía haber conseguido. Después de tantos intentos, y lo que parecen ser más y más fracasos. Coge una de las últimas pertenencias que le queda. Y la más valiosa. Una vieja maleta. En esa maleta él deposita su corazón. Solo quiere alejarse de todo y de todos, ir a un nuevo lugar, donde nadie lo conozca y empezar de nuevo. Solo con su maleta y lo que cabe en ella. Con la esperanza de que en este nuevo lugar- nadie sabe donde, ni siquiera él – la vida por lo menos lo trate un poquito mejor. Ya a estas alturas ni siquiera espera demasiado, no quiere grandes cosas, grades amores, o inimaginables experiencias. Ahora ya, solo se conforma con un poquito menos de mierda de la que hay en el mundo.
¿Qué es lo que lleva en la maleta, aparte de su corazón?
Nadie lo sabe. Pero yo puedo imaginarme que en esa maleta él no lleva ropa. No lleva dinero. No lleva ningún otro artefacto. En esa maleta él lleva un libro. Su libro favorito. Ese que quiere tanto que ya lo ha leído incontables veces y que sabe que puede leerlo siempre que quiera. Y que en cada momento de su vida “el libro” le regalará justo el mensaje que él necesita.
También lleva una libreta en blanco. Vieja. Pero en este viaje en el que se está enrumbando será la primera vez que él escriba algo. Y un lapicero por supuesto. No un lápiz con el que pueda borrar lo que escriba y volver a reescribir encima. No. Un lapicero. Con tinta permanente. Él sabe que esta vez, quiere que lo que escriba de cada paso que dé, quede allí para siempre.
… Y por supuesto también lleva su corazón.
¿Está loco? ¿No tiene nada y se va a algún sitio?
Pero. ¿Y si no lo hace?, ¿qué tiene que perder si ya no le queda nada?
Nada. Ya no tiene nada, ni a nadie que perder. Él sabe que lo mejor es irse.
Yo pienso que en el fondo. Bruno sabe, que no importa que no tenga un destino, un lugar al que llegar. Bruno sabe que es el camino el que le dará todo eso que le falta. Esas piezas que lo irán completando poco a poco. Como si fuera un rompecabezas. De manera desordenada a veces.
Para su sorpresa. Y para sorpresa de todos. En el camino bruno se encuentra con más viajeros. ¿Más viajeros incompletos? ¡Sí! Bruno nunca se había puesto a pensar que el mundo es tan grande, tan horrible y asqueroso a veces, que no es el único hecho mierda. Y que en el camino se encontraría a más viajeros incompletos y destrozados. Incluso más destrozados que él. Tanto, que ellos ya ni el corazón llevan en la maleta. ☹
¿Qué llevan entonces estos otros viajeros? ¿Si ya no tienen ni corazón?
Bruno piensa un poco… y de pronto lo entiende todo. Ellos no cogieron su maleta y la llenaron con lo poco que tenían. Ellos cogieron la maleta vacía.
Y se embarcaron rumbo, ya no, a la nada como él. Se embarcaron rumbo a TODO.
Con el fin de llenar su maleta vacía. No con cualquier cosa ¡ojo! Ellos quieren llenar esa maleta vacía con lo más importante. Y lo más representativo de este viaje sin fin.
Y quizá, es que en el fondo ellos sueñan con poder llenar esta maleta tan solo con su corazón… Y nada más.
Autor: Jane Otiniano
Bruno Catalano y sus impresionantes esculturas de la obra «Viajeros»
Visita la web de Bruno Catalano para conocer el resto de su obra. Si te gusta el arte y en especial el su-realismo te encantará.
«En mi trabajo, siempre estoy en busca del movimiento y la expresión de los sentimientos, emergí de la inercia, la forma y la cera para darles vida. Viniendo de Marruecos, llevé estas maletas llenas de recuerdos que represento tan a menudo. No solo contienen imágenes, sino también experiencias, deseos: mis raíces en movimiento «. (Bruno Catalano)
¿Cuántos, como Bruno con el corazón en la maleta, sin un destino, y sin nada que perder?
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